Había una vez un burro que vivía en una granja. Un día por la mañana, su dueño, lo ató con una estaca muy cerca del huerto. Él estaba acostumbrado a pastar por el campo libremente, por eso en oler el olor de los vegetales del huerto comenzó a estirar la cabeza para ver si llegaba a comerse alguna hoja fresca.

Iba pasando el tiempo y cada vez lo intentaba con más fuerza y ​​perseverancia sin éxito. El día llegó a su pico y él seguía estirando la cabeza con todas sus fuerzas sin parar. Hasta que cayó la noche y su dueño lo desató para ir al establo a dormir. Allí encontró la hierba para comer, pero estaba tan cansado que cayó rendido.

Al día siguiente cuando se despertó se comió toda la hierba que había en el establo. Ese día el dueño lo dejó pastando libremente por los campos. Tenía toda la hierba para comer!

Pasaron los días pastando plácidamente por los campos, hasta que un día se encontró de nuevo estacado delante del huerto.

El ansia de comer las hojas frescas le hizo pasar todo el día estirando la cabeza, sin éxito, como el primer día. Y así durante todos los días que el ataban cerca del huerto. Hasta el día de su muerte.

A veces la mente es el burro que vive dentro de nosotros!